jueves, julio 26, 2007

Héctor

Hace un tiempo vi una peli que creo que todavía esta en cartel "El buen nombre". Me enseño varias cosas sobre los nombres.
Primero la sabiduría de los indios que cuando nace un niño le ponen un nombre provisional y cuando crece y ven su esencia le ponen el definitivo.
Después que un nombre tal como nosotros lo ponemos antes incluso de que nazca un niño nos habla de sus padres de lo qué esperan de ese niño de lo que creen que les dará o de lo que quieren darle.
Lo demás es sobre mi. Yo me tenía que llamar como mi abuelo , según obliga la tradición isleña, pero mi padre no quiso, creo que no estaba orgulloso de su padre, creo que pensaba que si él mismo había tenido que ser su propio modelo, su hijo, yo, se llamaría como él. Yo renegué de su nombre, del mío, como también renegué de su modelo. El modelo que mi madre me inculcaba tiraba mas. Y me rebautice. Lector impenitente de la Iliada me puse Héctor. El buen hermano, el buen hijo, el sacrificado, el que lava el honor de la familia, el que se enfrenta a Aquiles sabiendo que no podrá vencer. Con eso en el fondo escribí el guión de mi vida, para que mi madre llorara sobre mi cadáver como lo hizo la madre de Hector, para demostrar a mi padre de que lado estaba yo, para evitar la tentación de ser Paris, para entablar batallas que prefería perder.
Hoy, desde hace unos 5 años, he vuelto a adoptar mi verdadero nombre, el de mi padre, el de un arcángel, el del orgullo de ser su hijo, el del agradecimiento por lo que me dió, él del que es a la vez Paris y Héctor y Aquiles si hace falta, el del que llora porque ahora entiende a su padre y no se lo puede decir. Gracias, Padre, ¡que bien que me parezco a ti cada vez mas!.