lunes, julio 23, 2007

yo los vi titilar

No sé qué me ha pasado. Puedo vivir confortablemente instalado en la razón. Con miedos y dudas, si, pero armado de recursos mentales para defenderme. Cuando algo me pasa pienso en qué puede ir mal y qué tengo que hacer para arreglarlo, y ya esta, asepsia y anestesia garantizadas. Pero lo que me pasa es que creía estar en un barco gobernado por el piloto automático de la razón y he descubierto que hay un piloto loco que me gobierna el barco a golpes de emoción. Y sus golpes vienen sin avisar y son incontenibles. Y me dicen donde estoy en realidad.
Mi cuerpo, mi cuerpo de carne, es muy simple. Sin comidas de tarro. Con los ojos vendados, me acarician el cuerpo y me excito, dejan de hacerlo y me calmo. Y ya esta . Sin tristezas ni dolor, a veces con alegría. Pero mirarle a los ojos me abrió el pecho y las tripas y me metió su rostro dentro. Tengo su piel debajo de mi piel. Me parece que la rodea un resplandor cuando sonríe y que sus ojos titilan (1) como la luz de las estrellas Y la veo y me vuelvo loco y el cuerpo solo me sirve para acercarme a ella y sentirla y amarla, no me sirve para nada mas. Y se me sube a la garganta el llanto y tengo miedo de quererla demasiado o de que yo mismo no me permita quererla, o de que ella no me quiera o de que decida no quererme y no verla nunca mas, o de verla y tener que aguantarme. Y me siento fuerte y guapo, hasta joven, solo con mirarla. Si rozo su piel es como si me llegaran su respiración y su pulso y ya fueran los mios.
Ahora se ha dado la vuelta y la he visto lejos, se esta alejando ya y no sabemos aún lo que nos pasa. No podemos perdernos esto, ¿es que no lo ves? nos lo debemos. Hemos aguantado muchas tristezas para decirle que no a esto. Si la vida nos da algo que es bello no lo podemos despreciar y con ello despreciarnos. Solo por la seguridad de un yo confortado en su racionalidad o una vida sin sobresaltos nos vamos a hacer a nosotros mismos lo que tantas veces hemos dejado que nos hicieran los demás. Las cosas bellas son para disfrutarlas, para sentirlas, no para dejarlas pasar y perderse en la nada.
No me da miedo perderme (ya me encontraré, otras veces lo he hecho), no me da miedo quedarme solo (tengo práctica), no me da miedo perder a C., de hecho he empezado a perderla ahora que ya sé que te quiero. No me da miedo empezar de nuevo cuando parece que las cosas se acaban. Me da miedo dejar que la emoción se me quede en el aire sin nadie, sin ti y solo me quede la tristeza.

(1) Titilar, titil·lar en catalán: centellear con un ligero temblor. ¡Que bonitas son las palabras cuando encuentran su destino y esta ya lo ha hecho! Recordé la palabra al ver sus ojos mirándome cuando jugábamos a ser adolescentes. Ha merecido la pena vivir solo para verlos.